Por Marius Littschwager
11/05/10 –
Casa Amèrica Catalunya, Barcelona – en la Conferencia:“Cròniques del Bicentenari” – La mirada literaria”
Cristina Rivera Garza, nacida en Matamoros (1964, México), es autora de numerosas obras de narrativa, ensayo y poesía. Se doctoró en Historia latinoamericana en la Universidad de Houston. Actualmente es profesora de creación literaria en el Departamento de Literatura de la Universidad de California en San Diego.
Por sus novelas Nadie me verá llorar (2001) y La muerte me da ganó el Premio Sor Juana Inés de la Cruz.
Publica además la columna semanal La mano oblicua (en el Diario mexicano Milenio) y en su blog No hay tal lugar.
Pregunta: Dentro del marco de esta conferencia de la Casa Amèrica Catalunya sobre el bicentenario, ¿cómo define usted el lugar de la cultura latinoamericana dos cientos años después de la independencia y la formación de las naciones? ¿Existe una identidad latinoamericana o se trata más bien identidades interamericanas?
CRG: Yo creo que desde nuestros inicios la misma formación geográfica, política, de toda Latinoamérica ha sido plural y ha sido como tal el resultado de mucha tensión y de mucha diversidad. Y tendríamos que hablar de identidades en lugar de identificación, que sería un término mucho más altadirigido que interdirigido por ejemplo, y tendríamos que utilizar este término siempre en una cierta relación cultural. La historia de Latinoamérica y todo el proceso de la independencia política a inicios del siglo XIX y los procesos de dependencia económica a lo largo del siglo XIX y siglo XX, lo que produce es un lugar de la cultura que es fundamental. Produce procesos culturales que más que reflejar, produce formaciones identitarias e identificatorias muy diversas – y a mí me interesa mucho más esto. Me interesa la producción de la cultura como proceso de ruptura, la diversidad y la variedad de todos estos procesos como formas también de resistencia y formas de cuestionamiento constante. Y si algo tendríamos que conmemorar, preferiría que fuera esto y ningún otro tipo de direcciones establecidas – menos desde arriba.
Pregunta: Un poco ajeno a esto, pero al mismo tiempo con una relación directa: es el tema de los blogs y de los nuevos medios de comunicación. En esta conferencia usted ha sido introducida a través de su trabajo como escritora, sus novelas, y su trabajo como historiadora, pero desde mi punto de vista su blog – No hay tal lugar – tiene también un papel muy importante. Porque intenta llevar a cabo, practicar nuevas formas de escritura y explorar así también la identidad.
CRG: Es un laboratorio. Para mí todo esto, los soportes tecnológicos, lo que a mí me parece más interesante de esto, es que pueden convertirse en laboratorios de creación, en procesos de creación. Sé que cumplen una función importante en la diseminación y la distribución y en las posibilidades de romper con ciertas mediaciones jerárquicas, con ciertas lecturas preestablecidas, y esto también me parece importante estética- y políticamente relevante. Pero a mí personalmente, lo que me interesa de todas estas formas que van del blog – ahora del Twitter, como microblog – es la posibilidad de estar explorando distintas maneras de escribir, de estar cuestionando constantemente esta escritura y como la escritura disemina por los distintos soportes, donde se desarrolla, y por los distintos elementos que convocan para su creación. Creo que si lo vemos así, cualquier noción de límites geográficos tendría que ser cuestionado. Creo que estamos en una posición privilegiada en este sentido, si lo podemos hacer a este nivel, esto, todos los que estamos produciendo sin quitar el dedo de que también son grandes supranacionales que cuestionan esto, que también hay intereses económicos en el origen y en el final. Creo que los que participamos en estas tecnologías, no debemos olvidar de que todo el mundo debe tenerlas. Por eso para cualquier producto cultural – cualquier producto en especial el de la escritura lo que más me interesa es una escritura colindante, una escritura atravesada por otras y por otras formas de hacer cultura – para que sea verdaderamente crítica tiene que conservar la noción de que estamos participando el uno y el otro en el gran sistema al que estamos criticando.
Pregunta: ¿Dónde? y ¿Cómo ve usted las posibilidades de las culturas indígenas? Teniendo en cuenta también la imagen o la metáfora de la identidad fronteriza, que menciona usted. ¿Cuáles son las posibilidades de estas culturas en cuanto a la participación en estos recursos culturales?
CRG: Esto es una pregunta muy importante. Creo que es tan importante como es la otra cara. La cuestión de la tecnología y la cuestión de toda la participación y de la producción de las culturas y escrituras indígenas – no solamente en México. Hay tanta, ha habido principalmente siempre y hay una énfasis reciente. Como en muchas otras cosas que son fronterizas, la cuestión ahí siempre es la traducción. Tenemos acceso – yo como lectora tengo acceso a un número reducido de obras, me gustaría que fueran más. Pero lo mismo pasa con distintos tipos de grupos, o distintos tipos de comunidades – pongámoslo así – creo que es una cuestión que tiene que ver con esta posibilidad del cruce que en este caso tiene una importancia – tal vez fundamental – lingüística. Y creo que sí es una labor que corresponde no sólo al estado mexicano, sino nos corresponde también como lectores que estamos tratando de investigar que es la actualidad que es lo que estamos creando en este momento.
Pregunta: Con su última novela usted está tocando un tema de esta actualidad. A mí me llamó mucho la atención en La muerte me da el tema de la violencia; no sólo de la violencia de género, sino también de la violencia en general. Tomando el ejemplo de México, dónde se multiplica, disemina y difunde la violencia a diario usted está explorando como Roberto Bolaño con 2666, o Sergio González Rodríguez con El Hombre sin cabeza, a través del lenguaje, de la literatura el lugar de la violencia y vice versa.
CRG: Me encanta que lo planteas así porque de hecho es parte de la exploración. Yo estoy menos interesada en reflejar la realidad o contar cómo verdaderamente ocurren las cosas, y me interesa mucho más valerme del lenguaje para crear una experiencia dentro de artefacto que conocemos como libro. Entonces hay allí en La muerte me da un forcejeo con la violencia que va desde la construcción de la frase, que va desde los cortes que se establecen semántica- y sintácticamente en las páginas y que se plantea también en momentos un poco metatextuales, la relación entre distintos géneros, entre prosa y poesía, entre oración y párrafo, entre verso y todo lo demás, por ejemplo. Es creo que cuando los ponemos realmente a explorar un tema, hay un cierto nivel digamos descriptivo, de relato que cuando está bien hecho también me gusta. Pero en general creo que la exploración que a mí me resulta más interesante es como tratar de llegar a los elementos más básicos que en el cómo nos decimos, cómo estamos enunciándonos en un medio que continuamente nos está cortando la cabeza – si la cortan a uno, se la cortan a todos. Entonces, cómo hacer que estas palabras que estoy produciendo y que estoy poniendo en un papel tengan este filo y tengan también este dolor. Yo creo que hay algo por ahí.