Florencia Firvida Martin, Universidad Autónoma Metropolitana, México:
La ya repetida pregunta spinoziana sobre la potencia de un cuerpo, sobre aquello que un cuerpo puede, se hace presente tanto en el campo de la coreografía como en el de los feminismos desde hace varios años, movilizando los cuerpos, el deseo, la imaginación; abriendo preguntas sobre los límites y posibilidades de los cuerpos más allá de imposiciones y cánones, y pulsando consideraciones de otros modos posibles de ser y hacer. En el siguiente ensayo se analizan prácticas coreográficas colectivas como prácticas que habilitan posibles despliegues o reconfiguraciones de la potencia en tanto pueden activar procesos de desbordamiento, descentramiento, desjerarquización y desidentificación. Asimismo se considera su latente capacidad de afinar una producción de lo común al explorar modos de estar y relacionarnos con otros cuerpos y con el entorno a través de la escucha, la atención plena, la percepción y la vulnerabilidad, y un ejercicio del nosotrxs o del nosotrear -retomando la noción propuesta por Gustavo Esteva – que posibilitaría, al mismo tiempo, elaborar nuevos órdenes perceptivos, cinéticos, estéticos y afectivos.